La escritura ngigua
Antes de adentrarnos a mundo de la lectura y escritura de nuestra lengua ngigua a través de la alfabetización, debemos responder a estas preguntas:
¿La lectura y escritura de nuestra lengua es una acción novedosa y reciente?
¿Realmente nuestros antepasados eran personas ignorantes?
¿Nuestra lengua originaria tiene un menor valor qué, el español, inglés u otra lengua extranjera?
Esta serie de preguntas nos obliga a indagar nuestro pasado histórico, a escudriñar en los anales de la historia de nuestra cultura; por fortuna, existe material que da cuenta de ello. Cómo sabemos nuestra comunidad se ubica dentro de un espacio qué, para tiempos remotos se conoce como Mesoamérica, un lugar donde florecieron diversas culturas como: la olmeca, tolteca, maya, zapoteca, azteca, mixteca, chocholteca, entre otras más; culturas que tuvieron grandes alcances en arquitectura, astronomía, medicina, matemáticas y otras ramas de la ciencia.
Para afirmar esta aseveración tenemos como muestra lo siguiente: en arquitectura, las ciudades de Teotihuacán, Chichen Itzá, Tenochtitlán y en nuestro estado, las más conocidas Mitla y Montealbán; en medicina los grandes conocimientos en la herbolaria; en matemáticas y astronomía conocían el movimiento de los astros, del sol, la luna, el transcurrir del tiempo y mucho más.
Pero, ¿cómo pudieron lograr dichos alcances estas grandes culturas mesoamericanas? Por supuesto que a través de la escritura y lectura de su propia lengua; pero no por medio de un alfabeto como lo hacemos hoy, sino ellos utilizaban como medio la iconografía y pictografía, donde plasmaban todos sus conocimientos, para las futuras generaciones.
Nuestra lengua ngigua cuenta con este tipo de escritura y lectura, esta compartida por la cultura Ñuu Savi (mixteca), la prueba irrefutable es el conjunto de lienzos o códices en el valle de Coixtlahuaca como: el lienzo de San Miguel Tulancingo, el lienzo de Santiago Ihuitlán Plumas, el lienzo de San Mateo Tlapiltepec, el lienzo de San Miguel Tequixtepec, el lienzo de San Jerónimo Otla, los lienzos de San Juan Bautista Coixtlahuaca y el nuestro; el lienzo de Santa María Nativitas.
Por ejemplo, en el glifo de nuestro lienzo se puede leer lo siguiente:
La fundación de Santa María Tizaltepec (Cerro del Yeso en nahuátl; por la orografía de nuestro territorio, lo conveniente sería: Loma Blanca) hoy Santa María Nativitas, fue en el año: Uno Caña, día: Uno Lagarto (el principio de los días, el origen) en un lugar denominado Río de la Piedra.
Entonces, ¿por qué a sus descendientes se les atribuye de ignorantes y analfabetas? precisamente, porque nuestros predecesores no sabían hablar y leer en español, pero los tiempos han cambiado para bien. Otro aspecto a considerar es qué, desafortunádamente, con la llegada de los españoles, se impuso el idioma español como primera lengua en conjunto con su cultura y a partir de ahí, poco a poco se han desplazado a las lenguas originarias junto con todos sus conocimientos; no es que sea mejor el idioma español o su cultura, más bien nosotros mismos hemos degradado la nuestra al creer que lo de fuera es mejor, pero sobre todo por el desconocimiento de la belleza y grandeza que encierran nuestras lenguas originarias. La lengua ngigua posee ese conocimiento; saberes qué, lamentablemente, se está dejando de transmitir a las generaciones más jóvenes. Cómo podemos observar nuestros antepasados sabían leer y escribir en su lengua materna; también podían sumar, restar, multiplicar, dividir; en medicina conocían las hiervas medicinales, las formas de curar heridas, fracturas, partos; en relación al tiempo sabían la época de lluvias, las temporadas de siembra, y en suma como nombrar los días y los años.
Si hablamos ngigua no es sinónimo de ignorancia, si leemos y escribimos nuestra lengua tampoco; al contrario, crecemos como personas y por consiguiente como comunidad. Es más, nos convierte en bilingües o plurilingües y pluriculturales.
¡Kadia rru Ngigua!
¡Donixa kie ngigua!
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